Milagros
«Flores Blancas del Paraíso»
Ese día, en esa cama de hospital, tomada de tu mano, conocí una fuerza interior que me permitió no quebrarme; ni siquiera quería que escucharas en algún momento mi voz temblar; todo lo contrario, quería que escucharas esa tierna voz llena de profunda paz y agradecimiento.
Recuerdo a detalle todo lo que estaba ocurriendo en tu alma, mente y corazón; se me había permitido vivir contigo ese momento divino de tu existir, pues sólo Dios podía comprender el sublime e infinito amor que siempre nos ha unido.
Y así, mientras tu cuerpo estaba en coma inducido, era tierna espectadora de las visitas que tenía tu alma nuevamente a los momentos de tu niñez y de tu vida; te tomaste el tiempo perfecto para despedirte de todos y agradecerles su amor y presencia en tu vida. Yo por mi parte, me tomé el tiempo perfecto para amarte, besarte, agradecerte por todo y platicar de tanto y tanto, quería que te quedaras completamente en paz y tranquila.
Es impresionante como un momento de tanto dolor, puede estar lleno de amor. Te cantamos tus canciones favoritas, te hacíamos bromas, orábamos y por momentos no nos paraba la boca, pues sabíamos que todo lo estabas escuchando.
Pasaron 11 días desde que ese aneurisma nos tomó por sorpresa y fue entonces cuando pude ser testigo de esa amorosa e íntima plática que tuviste con Dios, es indescriptible el amor con el que tiernamente te habló y con el que tu divinamente le hablaste. Me dejaron impregnada de un infinito amor. Ese momento cambió mi vida por siempre.
Sabía en ese momento, que tenía las horas contadas para besar tu mano y bello rostro por última vez; así que volví a platicar contigo de los Milagros y sus señales. Te dije lo mucho que me gustaban las flores y lo que significaban para mi, así que te pedí que cuando llegaras al cielo, me mandaras una señal… flores blancas.
Ese día por la tarde, soltaste finalmente tu cuerpo a los brazos de Dios; el cielo estaba puesto para ti y tus bellas alas doradas ya estaban listas. Nuestros corazones ya habían pactado una nueva forma de comunicarse y amarse; además, siempre tendríamos nuestras canciones, las que yo te dediqué y las que tu me dedicaste para sabernos la una en la otra.
Siete días después, un amigo del trabajo llegó a mi lugar con un gran ramo de flores blancas. Fue un tierno mensajero de tu amor. Yo en ese momento no podía dejar de llorar mientras le daba gracias a él, a ti y al cielo.
Amé cuando me platicaste que en todo tu camino te acompañó el Arcángel Gabriel y ya en el cielo, te recibió nuestra amada María.
Aquí están algunos de los pétalos de esas hermosas flores que atesoro con profundo amor. Huelen a ti, huelen a Dios, huelen a amor.
Te amé antes, te amo hoy y volveré a amarte, el tiempo del amor siempre vuelve.
Autor: Gabriela Zarzosa Quintero
«Milagro de Pascua»
Recuerdo perfecto que hace 7 pascuas, recibí un hermoso milagro que me encantaría compartirte.
En esos días, todo era un poco complicado, tres meses antes había partido mi mamá. Entre la tristeza, presión personal y de trabajo; uno de mis ojos en un par de días había perdido la vista.
Los ojos representan las emociones y pues no era extraño que se habían dañado. Los doctores pensaban que era conjuntivitis, pero días después era un virus que había dañado la córnea; y así en días, no podía ya manejar, ver de un lado, no distinguía las luces de noche, no veía los letreros y me espanté mucho porque sentía que en pocos días tampoco podría ver en la computadora casi nada y se vería afectado mi trabajo, mi sustento y el de mi papá.
Siempre platico con Dios, pero esa noche- madrugada me dije vamos a tener una plática especial, muy íntima. Puse un vaso de agua en mi buró, prendí un incienso, pero antes que nada, primero me fui a la ventana y traté de ver borrosamente el cielo estrellado. Empecé a cantar una canción que me enseñaron cuando era niña: YO NO SOY NADA Y DEL POLVO NACÍ, PERO TU ME AMAS Y MORISTE POR MI; ANTE LA CRUZ SOLO PUEDO EXCLAMAR TUYA SOY… TUYA SOY. TOMA MIS MANOS TE PIDO TOMA MIS LABIOS, TE AMO, TOMA MI VIDA OH PADRE TUYA SOY… TUYA SOY. TUYA SOY… TUYA SOY.
Mientras cantaba, no podía dejar de llorar; no había ningún reclamo, ni me sentía desesperanzada, solo quería fundirme en su amor; y así fue, de pronto parecía que nada existía, que mi cuerpo estaba aquí, pero yo estaba en su corazón y en todo el universo. Era como perder mi identidad pero saberme en él, en todo. Un estado de comunión perfecto.
Me fui a mi cama y sentada platiqué con él, como los mejores amigos, con una sinceridad, humildad pero llena de esperanza, le dije que yo sabía que teníamos teléfono directo, que siempre me escuchaba, le conté como me sentía, fue una plática muy del corazón, recé y cuando le dije buenas noches o buenas madrugadas, porque ya eran las 3 de la mañana; el teléfono de mi buró sonó 3 veces, el identificador de llamadas no grabó ningún número y nadie contestaba. Le dije gracias, yo sé que tenemos línea directa jijiji y dormí con una paz que no se puede describir.
Al día siguiente que desperté, abrí mis ojos y veía todo perfectamente, me tallé los ojos, hice pruebas de ver cerca, lejos, etc. llevé mis manos a mi corazón y le dije: GRACIAS DIOS. GRACIAS PADRE-MADRE CELESTIAL.
Su amor curó mis ojos, curó mi corazón y me marcó directamente del Cielo. Ni siquiera regresé con el Doctor.
Este regalo de amor lo recibí hace 6 años en estas fechas y no hay día que no lo agradezca, junto con muchos otros con los que bendice mi vida y arrulla mi corazón con su manto de estrellas.
Autor: Gabriela Zarzosa Quintero