Recomendaciones

Recomendación Libro: «Morir para ser yo»

Me he DELEITADO con este libro basado en la historia real de Anita Moorjani, una mujer que relata su experiencia del momento en el que estaba prácticamente por expirar su último aliento a consecuencia de un cáncer en etapa 4 que ya había invadido todo su cuerpo; sus órganos habían dejado de funcionar, así que su familia estaba a su lado para despedirse de ella.

Mientras estaba en coma, en ese casi último instante, experimentó lo que se conoce como un ECM (Experiencia cercana a la muerte), donde ella no sólo se veía a sí misma recostada en esa cama y moverse con el sólo pensamiento a donde quisiera. Escuchaba perfectamente todas las pláticas, pero lo más importante… era consciente de todo, de por qué tenía cáncer, el por qué había venido a esta vida, por qué era tan protectora con su hermano y la relación con vidas pasadas, la compresión de que Dios no era una imagen, un ser, sino un «Estado de Ser» que lo abarcaba todo y ahora ella sentía que se fusionaba con el Todo.

Comparte en su libro, cómo todo está correlacionado y de qué manera estamos unidos a cada persona que conocemos en esta vida. Se sabía completamente expandida, poderosa y completa; experimentado el verdadero paraíso en todo su ser. Sin ningún tipo de juicio comprendió todo lo que originó ese terrible cáncer y todo lo que le había ocurrido en su vida.
Ahí tenía el libre albedrío de decidir si se quedaba ahí o regresaba con la absoluta certeza de que se curaría inmediatamente y de que emprendería el propósito de su vida que aún le faltaba por cumplir. Lo que ocurrió, ella misma lo relata.

La última parte del libro donde relata el paso a paso de cómo escribió su libro, la editorial, etc. considero que está de más, pero todo lo demás es un deleite para el alma y espíritu de quien tenga la dicha de leerlo.

♥♥♥

«Pude optar entre regresar… o no. Y elegí regresar cuando me di cuenta de que el «Cielo» es un estado, no un lugar.»

“¡Oh, Dios mío, me encuentro increíble! ¡Me siento tan libre y ligera! ¿Qué ha pasado que ya no siento ningún dolor en mi cuerpo? ¿Dónde se ha ido todo esto? ¿ Y por qué parece que lo que me rodea se está alejando de mí? ¡Pero no estoy asustada! ¿A dónde se ha ido mi miedo? ¡Oh, vaya, parece que ya no hay ningún temor!”.
Estos fueron algunos de mis pensamientos cuando estaba siendo llevada de urgencia al hospital. El mundo a mi alrededor empezó a parecerme irreal, como un sueño y podía sentir cómo me alejaba cada vez más de mi consciencia y me adentraba en un coma. Mis órganos empezaron a dejar de funcionar a medida que sucumbía al cáncer que había, más que acabado, devorado mi cuerpo durante los últimos cuatro años. 
Era el 2 de febrero de 2006, el día que va a grabarse para siempre en mi memoria como el día en que “me morí”. Aunque estaba en un coma, yo estaba consciente y con gran lucidez de todo lo que estaba pasando a mi alrededor incluyendo el sentido de urgencia y el frenesí emocional de mi familia mientras era llevada rápidamente al hospital.
Cuando llegamos, en el momento en que la oncóloga me vio, su cara estaba horrorizada. “El corazón de su esposa puede seguir latiendo” le dijo ella a mi esposo Danny, “pero ella no está ahí realmente. Es demasiado tarde para salvarla.”
¿De quién está hablando la doctora?, me pregunté. ¡Nunca me había sentido mejor en mi vida! Y, ¿por qué mi mamá y Danny parecían tan asustados y preocupados? Mamá, por favor, no llores. ¿Qué está pasando? ¿Estás llorando por mí? ¡No llores! ¡Yo estoy bien, querida mamá, de verdad lo estoy! Pensé que yo estaba diciendo esas palabras en voz alta, pero nada se oyó. No tenía voz.
Quería abrazar a mi madre, consolarla y decirle que yo estaba bien y no podía comprender por qué no era capaz de hacerlo. ¿Por qué mi cuerpo físico no cooperaba? ¿Por qué simplemente yacía allí, sin vida y sin energía cuando todo lo que quería era abrazar a mi amado esposo y a mi madre y asegurarles que yo estaba bien y ya sin dolor?
Mira, Danny, puedo moverme sin mi silla de ruedas. ¡Esto se siente tan increíble! Y ya no estoy conectada al tanque de oxígeno. ¡La respiración ya no se me dificulta y las lesiones de mi piel se han ido! Ya no son dolorosas ni están supurando. ¡Después de cuatro años agonizantes, estoy finalmente sanada!
Estaba en un estado de pura felicidad y júbilo. Finalmente, estaba libre del dolor causado por el cáncer que devastó mi cuerpo. Quería que ellos se sintieran felices por mí. ¿Por qué no estaban felices de que mi lucha finalmente había acabado? ¿Por qué ellos no compartían mi júbilo? ¿No podían ver ellos la felicidad que estaba sintiendo? “Por favor, debe haber algo que usted pueda hacer”, Danny y mi Madre le rogaban al médico.
“Es cuestión de sólo unas horas” argumentó la oncóloga. “¿Por qué sus otros doctores no nos la remitieron antes? Sus órganos ya están dejando de funcionar y es por esto que ha caído en un coma. Ella no va a lograr pasar la noche; ustedes están pidiendo lo imposible. Cualquier cosa que le administremos en este estado puede ser demasiado tóxica y fatal para su cuerpo, ¡ya que sus órganos ni siquiera están funcionando!“Bueno, puede ser”, Danny insistió, “pero, ¡yo no me voy a dar por vencido!”
Mi esposo sostenía con fuerza mi mano débil, mientras yo yacía allí, consciente de la angustia y desesperación en su voz. Yo quería más que nada, relevarlo de su sufrimiento. Quería que él supiera qué tan maravillosamente me estaba sintiendo, pero fui incapaz de comunicarlo.No escuches a la doctora Danny, por favor, ¡no la escuches! ¿Por qué está diciendo eso? Yo todavía estoy aquí y estoy bien. Mucho mejor que sólo bien – en verdad, ¡me siento grandiosa!
No podía entender por qué, pero experimenté todo lo que cada uno estaba sintiendo –tanto los miembros de mi familia como la doctora. Realmente, podía sentir su miedo, ansiedad, impotencia y desesperación. Era como si sus emociones fueran mías. Era como si yo me volviera ellos.
Estoy sintiendo tu dolor querido – puedo sentir todas tus emociones. Por favor no llores por mí y dile a mamá que no llore por mí, tampoco. Por favor, ¡díselo!
Tan pronto empecé a sentirme apegada emocionalmente al drama que tenía lugar a mi alrededor, me sentí siendo halada simultáneamente hacia afuera de allí, como si hubiera un cuadro más grande, un plan mayor desenvolviéndose. Podía sentir mi apego a la escena que desaparecía a medida que me daba cuenta que todo era perfecto y se desenvolvía de acuerdo con el plan, en un entramado mayor.
Fue ahí que entró el entendimiento de que realmente me estaba muriendo. Ah… me estoy muriendo! ¿Es esto lo que se siente? No se parece a nada de lo que me había imaginado. Siento una paz bellísima y una calma….y finalmente, ¡me siento sana! Y ahí entendí que aunque mi cuerpo físico dejara de funcionar, todo continúa siendo perfecto en el grandioso tapiz/entramado de la vida, ya que realmente nunca morimos.
Todavía estaba consciente y lúcida de cada detalle que se desenvolvía ante mí, cuando observaba al equipo médico transportando mi cuerpo casi sin vida a la unidad de cuidados intensivos. Ellos me rodeaban en un frenesí emocional, conectándome a las máquinas, e insertándome agujas y tubos.
No sentí ningún apego a mi cuerpo casi inerte mientras yacía en la cama del hospital. No sentía que fuera mío. Se veía demasiado pequeño e insignificante como para contener aquello que yo estaba experimentando. Me sentí libre, liberada y magnificente! Cada dolor, molestia, tristeza y sufrimiento habían desaparecido. Estaba completamente libre de cargas y no podía recordar haberme sentido así nunca antes.
Luego tuve la sensación de estar abarcada (contenida) por algo que sólo puedo describir como puro amor incondicional; pero inclusive la palabra amor no le hacía justicia. Era la más profunda forma de dar amor que nunca antes había experimentado. Iba mucho más allá de cualquier forma de afecto físico que podamos imaginarnos y era incondicional: era mío, sin importar lo que yo hubiera hecho jamás. No tenía que hacer nada o comportarme de cierta manera para merecerlo. ¡Este amor era para mí, sin que nada importara!Me sentí completamente bañada y renovada en esta energía que me hacía sentir como si yo perteneciera, como si finalmente hubiera llegado después de años de lucha, dolor, ansiedad y miedo. Finalmente, ¡había llegado a casa!

Libro: Morir para ser yo
Autor: Anita Moorjani

Morir para ser yo

Recomendación Libro: «La Luz que perdimos»

Debes permitir que tu vida te incluya, y no que te excluya de tu derecho a ser feliz.  ¿Hasta qué punto has permitido que las vivencias de la niñez afecten tus decisiones y laceren para siempre tu autoestima? ¿Hasta qué punto la cantidad de amor que recibes de niño marca la cantidad de amor que te permites recibir cuando eres de adulto?. ¿Hasta qué punto el amor a migajas lo aceptamos desde niños? a tal grado que te vuelves experto en autoboicotearte, por no sufrir o no hacer sufrir, aún si la vida te da la oportunidad de encontrarte con alguien que te haga sentir “infinito(a)” y confinar tu vida a alguien con  quien simplemente te sientas bien y hasta ahí.

¿Perdemos la luz de la felicidad desde niños?, ¿La perdemos a lo largo de la vida?

¿Qué harás con toda esa bola de miedos que navegan tan cómodamente en tu vida? porque el derecho a ser valiente y feliz no tiene fecha de caducidad, ni tampoco el amor. 

Nadie puede encontrar fuera de sí, lo que no construye primero dentro de sí. Lo sabe perfectamente el alma.

Así que este libro me hacho reflexionar mucho sobre lo que no muestra, de lo que no habla, y hacerme todas estas preguntas porque para mi son la base de toda la historia de amor que nos comparte Lucy sobre Gabe, su primer gran amor de vida.

Como siempre pasa, las últimas páginas son un revuelto al corazón y ésto también me hace recordar que cuando dos almas están destinadas a cumplir una misión juntas, lo harán sí o sí.

¿Te has sentido infinito alguna vez con tu propia vida?, ¿Te has sentido infinito en tu relación de pareja?. La felicidad es tu derecho pero tu libre albedrío siempre decidirá hasta dónde eres lo suficientemente valiente para sentirte “Infinito, así en el Cielo, como en la Tierra.”

Por favor, ya no te postergues.

♥♥♥

Sinopsis:

Lucy y Gabe se conocieron durante su último año en la universidad un día que les cambiaría para siempre. En ese momento decidieron que necesitaban hallar un sentido para su vida, aprovecharla, dejar huella. Jóvenes y enamorados, parecían tener el mundo a sus pies. No esperaban que fueran sus propios sueños los que los separaran. Pero Gabe aceptó ir a trabajar como fotógrafo de prensa de Medio Oriente y Lucy-, decidió continuar su carrera en Nueva York. Así comienzan trece años de anhelos, deseos, celos, traiciones y, sobre todo, amor. Separados por continentes, pero nunca lejos del corazón. ¿Será realmente su destino acabar juntos su viaje?

El libro es realmente fácil de leer, en dos sentadas lo terminas a pesar de sus casi 400 páginas.  Lo recomiendo para jóvenes  y adultos. Lo puedes encontrar en Gandhi, El Sótano y seguramente en mil lugares más.

Libro: La Luz que no puedes ver.
Autor: Jill Santopolo.
Gabriela Zarzosa Quintero