Especiales
El Gran Momento de la Verdad
Recibimos el día de hoy el Solsticio de verano acompañado con la culminación de una esplendorosa luna llena. Y he querido llamar a este tiempo “El gran momento de la verdad”; pues los 90 días que corren a partir de hoy, darán un giro a tu vida en algunos casos de 180 grados y en otros de 360 grados.
Sonará raro, pero será un tiempo donde muchos finalmente abrirán las puertas de su magnificencia porque es el gran momento de la verdad, así que muchos se quitarán los tapones de los oídos y empezarán a escuchar la verdadera y dulce voz del alma que es tu fan, tu aliada, tu mejor amiga, tu guía, pues digamos que ella es la representante para esta experiencia humana tu parte más divina conocida como Yo soy, chispa divina, esencia una, etc.
Su sabiduría que es tu sabiduría, te ha traído a este maravilloso momento de tu existencia, pues hoy la tierra huele a ti, a todos los pasos que has caminado una y otra vez a lo largo de tantas vidas y donde dejaste huella eterna.
Pasos sagrados que araron y sembraron la tierra que hoy da fruto. Finalmente después de un largo invierno y una primavera llena de paciencia recoges paso a paso el fruto de tu travesía.
Así que si me preguntas, ¿qué es lo que tienes que hacer en este tiempo?, es permitir que tu grandeza tome el mando. Jubila al ego, a ese dictador que te ha carcomido por tanto tiempo. Deja que tu magnificencia, tu alma, tu ser superior tome el mando. Lo sabrás porque cada acto, cada pensamiento, cada decisión, estará llena de paz, agradecimiento y amor; así que el drama, reproche y resentimiento dejarán de ocupar espacio en tu vida. Esa será la señal.
El verano representa la Verdad, por lo tanto la aceptación de que no estás roto, ni que eres frágil ni mucho menos poca cosa, todo lo contrario, ha llegado el momento de aceptarte como un ángel, una estrella, un cosmos entero caminando sobre esta tierra. El juego de la negación ha terminado; así que durante este tiempo te deleitarás de todos los frutos que están naciendo de tu bendita tierra fértil. Frutos de temporada eterna, así que disfrutarás la granada del amor y sabiduría, las uvas iluminación, los dátiles de la abundancia, pues tú eres, la verdad y la vida eterna.
Los cantos de amor y esperanza han dado fruto. Son tiempos gloriosos donde sentirás que una nueva voz sale del centro de tu corazón, una voz tierna pero llena de fuerza y certeza. Es la voz de tu divinidad. Tus nuevos pasos están llenos de luz, así que no temas por lo que terminó o termina. Hoy comprenderás que tu eres la tierra fértil que ha dado el fruto con sabor a dicha eterna.
Feliz Solsticio. Feliz momento de la verdad.
Eres amor y así es.
Eres por siempre amado y así es.
Autor: Gabriela Zarzosa Quintero.
Día de Pinta
Ahí estaba, tomada de la mano de mi mamá a la corta edad de 4 años, parecía el día más feliz de mi vida; era martes, el día de descanso de mi mamá en el hospital. Para mi suerte, no me llevó a la guardería, así que fue día de pinta de las mejores amigas. 
Completamente hermosas, caminamos con destino a la parada de camión; prontamente mi mamá compró nuestros dos boletos y nos sentamos. Tiernamente sacó unos chiclets Canel´s de su bolsa para disfrutar durante el camino. Su preferido era el de canela.
Atenta observaba las calles, la gente que subía y bajaba, pero nada más me importaba en ese momento que mi mano estuviera completamente abrazada de su mano, su exquisito aroma quedaba fundido en la piel de mi pequeña mano pero sobre todo en mi alma.
Ese día, no había hermanos, no había rutina, solo éramos ella y yo. Nos bajamos del camión justo cuando llegamos el Centro, donde caminamos por Isabel La Católica rumbo al lugar donde se pagaba mes con mes la mensualidad del condominio. Era un bello edificio, lleno de mármol y grandes escritorios de madera, sentada en un sillón negro mis ojos no dejaron de ver esa bombonera de cristal cortado que estaba llena de pequeños dulces, le pedí permiso para tomar uno y me dijo que sí. Sentada, la observé mientras pagaba y escuchaba el sonar del inmenso reloj que marcaba la hora en punto.
Salimos tomadas de la mano y mientras caminábamos por una calle vi un local que ocupaba parte de la banqueta que estaba repleto de juguetes, cosméticos y otras chucherías. Mi vista se centró en una pequeña bolsa de plástico color azul cielo y sin decir una sola palabra, mi mamá me dijo: -¿La quieres?-, mis ojos se hicieron grandes como faros de nieve y prontamente le dije llena de alegría sí. Entonces mi mami pagó 5 pesos por mi primer bolsa. Prontamente la puse en mi muñeca, le metí mi dulce y los boletos del camión. Me sentía grande y pensaba que lo siguiente que le metería sería un lápiz labial de mi mamá, alguno que ya no usara y me regalara.
Tomamos después un licuado, ella uno de mamey y yo uno de fresa. La cita realmente era perfecta y disfrutábamos nuestro día como las mejores amigas. Hablando sin hablar, aunque generalmente a mi no me paraba la boca.
Ese fue el primer momento de mi vida, donde supe lo que era sentirse completamente pleno a pesar de ser tan pequeñita. Disfruté al máximo el aquí y el ahora. Lo celebro como uno de los mejores días de mi vida, tal vez porque sentí fuertemente que nuestro amor era eterno cuando mi mano se fundía en su mano, tal vez porque a su lado, todo lo demás desaparecía, almas inseparables de muchas vidas atrás, ella lo sabía todo de mi y yo todo de ella. Reina y Princesa. Madre e Hija.
Afortunadamente, como este hermoso día, tuvimos la dicha de vivir muchos y muchos más, celebrando la vida, celebrando el amor.
Aquí estoy, 40 años después, donde hace unos días caminando nuevamente por el Centro, me reía en silencio porque justamente caminaba por la calle de Isabel la Católica mientras recordaba este hermoso momento, le dije, Bellecita, gracias por tanto, te amo siempre y de pronto miré a la derecha y ahí estaban… los chiclets Canel´s que tanto le gustaban.
Te amé antes, te amo hoy y volveré a amarte. El tiempo del amor siempre vuelve.
Autor: Gabriela Zarzosa Quintero