Especiales
«Feliz Equinoccio»
Con la llegada del Equinoccio del día de hoy, TODO absolutamente TODO tendrá que ver con PERMITIR , SINTONIZAR y FUSIONARTE.
Imagínate que llegas a un majestuoso hotel donde ya te espera una suite especial en el piso más alto de éste. El hotel está lleno de hermosos Seres de Luz , han preparado este lugar para tí y sólo quieren asegurarse que tu estancia sea sumamente feliz, amorosa y tenga un propósito para la siguiente etapa de tu vida.
Llegas a esa master suite y sólo repites una y otra vez la palabra Wowwww mientras empiezan a salir unas lágrimas de tus ojos al sentir tanto amor en ese lugar que te abruma. ¿Todo esto es para mi? – preguntas, mientras te responden :- “Esto y más; porque nada ni nadie puede limitar lo que es ilimitado.”-
Tesoro, es tiempo de que comprendas que la experiencia humana tiene que ver con PERMITIR, porque aunque tú te veas en este cuerpo, todo lo ilimitado emana de él, pero lo tienes que permitir para poder sintonizarte con esa energía.
Si observas a detalle este lugar, está lleno de habitaciones especiales que están listas para sintonizarte con lo que tú quieres y deseas para tu vida; sólo recuerda que estas energías trabajan para el mayor bien, es decir, para el alma, no para el mundano ego.
Así que lleva las manos a tu corazón y recuerda que eres “Un divino Ser de Luz, que ha venido desde el Centro del Corazón de la Fuente Celestial. Estás aquí en, por y para el Amor.” Tómate tu tiempo y sintonízate con todo lo que PERMITES que se manifieste en tu vida y mundo; y fúndete con esa energía ILIMITADA .
Siente un profundo amor por tu existencia, por tu alma, por tu espíritu, por tu Todopoderosa Presencia de Dios “Yo Soy” y sintonízate con esa energía. ¡No te distraigas!, enfócate desde el amor y sostén esa energía en su estado más puro en tu mente y corazón. No dejes que se contamine por el ego a través de la duda, la distracción, el juicio, etc. porque entonces neutralizarás todo lo que has avanzado y tendrás que empezar de nuevo.
Por ejemplo, si lo que quieres PERMITIR es la Salud Divina, enfócate , y visualiza todo tu ser resplandeciente en salud, y sabrás que la energía ha tomado gran fuerza de manifestación porque la puerta de esa habitación mostrará en letras de oro la palabra “Salud.”
Con el corazón completamente abierto y en un estado de pureza siente, vibra y decreta: “Yo Permito la Salud. Yo Soy Salud. Yo Sano Ahora. Yo Soy una(o) con Dios. Gracias. Gracias. Gracias.” Comprométete contigo mismo y sé constante además de congruente. Sé en tu vida la Salud que quieres para tu cuerpo y para todo tu Ser porque esto se trata de ¿qué tanto estás dispuesto a hacer para sanarte desde el Amor Ilimitado y Todopoderoso?
En el momento en que estos decretos divinos se fundan contigo, abrirás la puerta de las posibilidades infinitas para transformarte en salud, y todo lo que hay dentro de esa habitación así lo hará.
Lo mismo pasará con cada habitación de este lugar.
Le energía de este tiempo que empieza con este equinoccio y seguirá con los dos eclipses que serán en pocos días, está puesta para facilitar, acelerar y potencializar todo lo que quieres para tu vida, pero lo debes PERMITIR y te debes Sintonizar con esa energía hasta el punto de que no haya separación entre tú y esa divina energía porque es fundiéndote con ella que la manifiestas; y entonces todo lo que vibre en ti y a través de ti es y será las diferentes expresiones de la Luz. Sé Salud. Sé Amor. Sé Armonía. Sé Abundancia. Sé Entusiasmo. Sé Voluntad, etc.
Recuerda: PERMITIR, SINTONIZAR Y FUSIONARTE.
La energía está puesta para todos, tú decides si la aprovechas o la dejas pasar.
Los decretos deben ser tu lenguaje mental, emocional y de ser posible verbal de todos tus días. Sabrás que tomaron una fuerza abismal cuando te fundas en esa energía y no exista separación entre lo que decretas y tú.
Todo lo ilimitado emana de ti, ya es tiempo de vivirlo y experimentarlo.
Gracias por existir.
Feliz Equinoccio y Tiempo de Eclipses.
Eres amor… y así es.
Eres por siempre amado… y así es.
Autor: Gabriela Zarzosa Quintero
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«En el vientre de mamá»
Ya te amaba profundamente desde el cielo. Miraba tu apresurada rutina y disfrutaba de tu tierna risa. Todo el tiempo pensaba en ti y en papá. Me encantaba cuando tomabas esos baños de tina y me pensabas. Era un momento sublime, un instante de amor eterno, de unir tu alma y la mía en un suspiro, en un sentimiento de amor, un momento de comunión total.
Finalmente llegué a tu bendito útero. Había esperado tanto para tener este encuentro de amor, y aunque mi pequeño cuerpo apenas era un embrión y mis células danzaban y se multiplicaban en un bello baile de amor; mi alma ya estaba ahí en su complitud, en ti y a través de ti. Ahora tu risa, era la suma de la tuya y la mía; me encantaba cuando preparábamos juntos esos panqués de nata que tanto disfrutábamos, y mis favoritos… los helados de limón, pero sobretodo me fascinaba estar completamente extasiado de amor. Cuanto amor puede contener este espacio divino de tu ser. Dios me dijo que era una extensión del paraíso y efectivamente, así lo fue.
Diariamente agradecía a ti y a papá por permitirme estar aquí. En mi vida pasada no pude disfrutar del calor maternal y paternal que todo niño merece por derecho divino. Tuve que madurar a tan corta edad, que nunca supe lo que era que te hablaran con ternura, que te leyeran un cuento, que te abrazaran hasta dormir en profunda paz; así que una vez que regresé a los brazos de Dios y me embriagué de su exquisito amor, en una plática le dije que quería regresar para experimentar ese amor, no importando si era por un tiempo corto o largo, pues sabía perfectamente que el amor vive en el tiempo eterno.
Así que un día en el cielo conociste mi historia, y con tanto amor en tu corazón para compartir, decidiste darme ese amor y cobijo en nuestra siguiente encarnación. Aceptaste ayudarme a sanar esa tristeza y a permitirme experimentar el tierno amor entre un hijo y una madre.
Paciente y lleno de emoción, vi desde el cielo el curso de tu vida y la de papá, estuve al lado de cupido cuando se conocieron y contaba los días para llegar a fundirme en tu ser.
Ya en ti, mi alma vibraba al unísono de tu corazón. Cada día me abrazabas en tu ser, me contabas cuentos y ponías bella música en tu vientre para que escuchara tus melodías favoritas, que por supuesto se convirtieron en las mías también. Me llené de los besos de papá a través de tu vientre. Dormías mucho tiempo, sólo tu y yo sabemos que era porque en ese tiempo yo te llevaba al cielo para disfrutar de los columpios y jardines celestiales. Realmente conocí el verdadero amor que puede dar una madre.
Mi alma ya había experimentado de una manera sublime el cielo aquí en tu vientre. Quería contarle prontamente a Dios lo increíble de este viaje, todo este amor y lo mucho que compartimos. Nunca existirán palabras para agradecerte por tanto amor. La misión se cumplió. Cuanto amor se gestó en esas 12 semanas que estuvimos abrazados. Gracias por cumplir tu palabra.
No quiero que llores. Recuerda que el amor vive en el tiempo eterno, y este instante en mi alma bastó para sanar y conocer el verdadero amor que un bebé puede recibir de una madre y de un padre. Eres vientre bendito, vientre de Dios, un paraíso de amor en la tierra. Engrandeciste mi alma, espero yo haber engrandecido la tuya.
He llegado nuevamente al cielo, a todos les he contado una y mil veces todo lo que vivimos lleno de profundo agradecimiento y amor. Seguiré velando cada uno de tus pasos y nos fundiremos en amor cada vez que pienses en mi. Y juntos en el cielo, volveremos a comer esos helados de limón. Gracias infinitas por tanto amor. Por favor no llores, piensa en lo feliz que fuimos, que volveremos a ser, y en lo feliz que serás. Pronto llegará mi hermanita a tu bello vientre, ya le he contado todo lo que te gusta y amas. Dile a papá que lo amo tanto como a ti.
Por siempre en ti. Por siempre en mi.
Autor: Gabriela Zarzosa Quintero
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