Especiales
«Desapego»
He comprendido que la vida es una continua enseñanza al desapego. A los 13 años solté esos patines que me acompañaron a tantas vivencias en las que conocí grandes amigos que también tuve que soltar cuando nos cambiamos de casa.
Cuántas vueltas dimos a la misma cuadra, carcajadas, emociones, helados flotantes, y esas deliciosas paletas heladas que disfrutábamos cuando teníamos unos pesos.
Jamás nos volvimos a ver; pero tengo muy claro que cumplimos nuestra misión… disfrutar del aquí y ahora. Todo tiene un tiempo, un ciclo, un recuerdo, una experiencia.
Solté y también me soltaron; a veces con miedo, con dolor, otras veces llena de esperanza. Y fue el agradecimiento por el instante presente, lo que me permitió desvanecer el estigma del dolor para “aprender“ a soltar e igualmente para “aceptar” cuando me soltaran; pues aunque el amor es eterno y no tiene cadenas, toda vivencia tiene un tiempo que puede ser visto con miedo o con esperanza.
Así que no medí la vida por lo que me dio o me quitó, lo que gané o perdí; pues cuando se “vive” y se “ama” siempre se gana.
Agradecí por esos instantes que me han quitado el aliento, y también porque esas dolorosas tormentas tuvieron solo un tiempo.
Sabía que para poder recibir la primavera, tenía que desprenderme de ese invierno; era la única manera de escribir el siguiente renglón de mi eterno camino.
Recuperé mis patines y todas sus sabias enseñanzas.
Hoy agradezco a todos los viajeros eternos que me han acompañado por un instante corto o largo en mi suculento y ya bendito camino.
Hoy te honro, me honro y agradezco que una parte de mí, sucedió y vibró a partir de ti.
Autor: Gabriela Zarzosa Quintero