Especiales
«La impotencia»
Estos días he buscado mucho la razón de existir de la «impotencia». Es callada, pero se mueve rápidamente por dentro como un cáncer. Trata siempre de doblegar para saber si fuimos creados realmente con fuerza interior y se burla como diciendo «muestra tu capacidad de crear milagros y cambiar las cosas.»
Se presenta puntualmente para pasar lista en todo lo que nos rodea: en las enfermedades, catástrofes, injusticias, guerras, crueldad, maldad, muerte, hambrunas, genocidios, accidentes, traiciones, trabajo, hogar, familia, en uno mismo e incluso si se lo permites hasta en la agonía de los últimos instantes. La infeliz es aliada del miedo e incertidumbre.
Y corta de mil maneras, porque por ejemplo, decirle a alguien que ha perdido a un hijo frases como: ¡ánimo!, ya tienes un angelito que te cuida desde el cielo, la vida tiene que continuar; o ¡échale ganas! a alguien que atraviesa por una devastadora enfermedad o que lo ha perdido todo; sólo alimentan la impotencia, el desconsuelo, la confusión, la culpa y el enojo de ese momento.
He pensado en todos los momentos que me he encontrado con ella frente a frente a lo largo de esta vida y de los recuerdos de otras. Sé muy bien que detrás de esos ojos calculadores que me retan, venceré más rápidamente cada batalla; no con odio, ni con sus armas, sino con la sabiduría de saber que mis armas más poderosas ya habitan en lo invisible para cambiar todo lo visible.
Me he dado cuenta que es la sabiduría la que me afirma con total certeza que tengo la capacidad de cambiarlo todo, empezando por la forma de relacionarme con cada situación, con cada desafío, con cada chingadera.
Y ha sido siempre mi amor incondicional y no el odio, el que a logrado activar toda esa fuerza interior que ni yo conocía, para poder romper mis límites y llevar acción, compasión, transformación y edificación donde sólo había sombras, tristeza, culpa, odio y olor a muerte.
Así que finalmente comprendí, que la impotencia es una gran maestra para descubrir que:
Somos los eternos… los enamorados que nos encontramos una y otra vez en esta experiencia humana. No existe ni el adiós ni la muerte. Somos los que rompemos los límites de lo visible e invisible. Somos los que desde el dolor descubrimos sí así lo elegimos, una nueva capacidad de amar, ser, crear, comprender y comunicarnos. Somos los que hacemos de la impotencia un llamado a nuestro ser interior para cambiar nuestra vida, camino y el trayecto de muchos. Somos los que elegimos el amor y no el odio. Somos los que renacemos de las cenizas. Somos la canción de amor al amanecer. Somos la fuerza de la fuerza. La paz de la paz. La grandeza de la grandeza. El amor del amor. Somos los creadores del cielo en la tierra.
¡Nada sucede por nada, ni para nada!. Aún hay un largo camino por recorrer, pero aquí estamos, de cara al sol, con la frente en alto y el corazón palpitando. La infeliz nos ha sacado muchas lágrimas, pero estamos aprendido a crear con ellas un manantial que va limpiando y refrescando nuestro nuevo camino.
Autor: Gabriela Zarzosa Quintero