Milagros

De Sarah con amor

Cada día de Acción de Gracias, cientos de familias llegaban a los salones de la feria del condado a recoger bolsas de comestibles gratis, así como todas las demás provisiones para un delicioso festín de Acción de Gracias, obsequiadas por las iglesias de la zona.  Eso incluía un cupón por canjear por un pavo rollizo.nina-y-angel

Sonrientes preparatorianos repartían envases de exquisita sopa o chocolate caliente, y se ofrecían amablemente a llevar al estacionamiento las bolsas de personas confinadas a sillas de ruedas o agobiadas por las diarias batallas de la vida.  Cada bolsa contenía además una colorida tarjeta de felicitación, elaborada por alguno de los niños del rumbo.

Mientras contemplaba a todos esos voluntarios maravillosos, vi que una anciana avanzaba hacia mí, las mejillas bañadas de lágrimas.  Me apresuré a su lado, de di un abrazo y la ayudé con su bolsa

-¿Se halla usted bien?,-  Sí. Sólo necesito sentarme un momento.

Le ayudé a acomodarse en una banca cercana y me senté a su lado.

-Acaba de pasarme una cosa increíble, ¡Y creí que mis rodillas no me sostendrían!

Esperé a que recuperara la calma.

-Mire usted-me dijo-, mi preciosa nietecita murió la primavera pasada. ¡He estado tan triste todo este tiempo! Se llamada Sarah, y apenas tenía cinco años de edad.  «Cada año ella hacía una hermosa tarjeta de Acción de Gracias, que ponía al centro de la mesa.  Esta vez, yo no sabía cómo iba a pasar las fiestas sin saber de algún modo que Sarah está bien, y con Jesús»-. La anciana hizo una pausa, enjuagado sus lágrimas antes de continuar.

-Le pedí a Dios que me diera una señal para saber que mi dulce nieta está con él-.  Secó unas lágrimas más con su pañuelo.

-Hace unos minutos, un joven muy amable me dio una bolsa de alimentos.  Me dijo que una persona
muy especial me había hecho una tarjeta, y que ésta venía dentro de la bolsa.

Yo asentí con una sonrisa radiante. -¿No son bonitas?- pregunté-. Los niños de las iglesias de la zona hicieron cientos de tarjetas para nuestras bolsas de Acción de Gracias.

Ella apretó mi mano, temblando.

-¡Pero usted no me entiende! Lo que mas le gustaba a mi nieta era dibujar un arcoiris. Y eso no es todo.  Mire la tarjeta, por favor…arcoiris

Fue mi turno de llorar al ver un arcoiris, perfecto con otra un cielo azul, y abajo estas palabras:

«Jesús te ama y yo también… Con amor, Sarah».

Milagro de Mary Z.Smith

Libro:  Caldo de Pollo para el Alma.  Un libro de Milagros. Jack Canfield, Mark Victor Hansen, LeAnn Thieman.

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Gabriela Zarzosa Quintero